domingo, 30 de enero de 2011

El tarro de crema

La niña viene a casa todas las semanas y jugamos generalmente a lo que ella quiere. Tiene una curiosidad innata, y un poder mimético que para su edad es increíble. Todo lo quiere hacer y todo lo quiere abrir, hay que irle diciendo a veces “que eso no”, porque no sabe el alcance de las cosas.

Un día quiso abrir un tarro de crema y al final se enfadó por no poder desenroscarlo, entonces yo se lo abrí y le dejé tocar la crema su textura, su olor y le puse en la punta de la nariz.

Desde ese día cuando viene se sienta a caballito en mis rodillas con el tarro de crema. Me mira con ojos de pillina como diciendo “es nuestro momento abuela” le abro el tarro y ella contenta y sonriendo, y despacio como en un ritual, mete el dedo en la crema y me lo pone en punta de la nariz

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